Hace casi un
año, mientras investigaba sobre los diferentes seudónimos por los que
se le conocía a este maravilloso personaje, me topé con una corta pero
entretenida versión de su biografía (dejo el link al artículo original en el
fondo de esta publicación).
La parte que más llamó mi atención fue una en la que se narraba como Pitágoras, siendo apenas un muchacho hambriento de conocimiento, intentó ingresar a una escuela mistérica egipcia sin tener la menor idea de cómo funcionaba la enseñanza y el aprendizaje en ese lugar. Encontrándose luego en una situación que cambiaría su vida para siempre.
La parte que más llamó mi atención fue una en la que se narraba como Pitágoras, siendo apenas un muchacho hambriento de conocimiento, intentó ingresar a una escuela mistérica egipcia sin tener la menor idea de cómo funcionaba la enseñanza y el aprendizaje en ese lugar. Encontrándose luego en una situación que cambiaría su vida para siempre.
A continuación traduzco el mencionado fragmento. Uno que considero bastante especial: la historia de cómo Pitágoras logró ingresar a la escuela mistérica de Dióspolis Parva, en Egipto.
Cuando Pitágoras tenía más o menos veinte años, su maestro en matemáticas y astronomía, Tales de Mileto, le aconsejo al joven partir hacia Egipto, en donde podría aprender sobre estas disciplinas con mayor profundidad. El joven pupilo partió sin demora.
Al llegar a Egipto, Pitágoras buscó ingresar a las escuelas mistéricas del país. Una y otra vez aplicó para ser aceptado en ellas, mas le fue dicho que, a no ser que pasase primero por un particular entrenamiento de respiración y ayuno no podría permitírsele entrar a la escuela. A lo que Pitágoras –según se comenta– replicó, "He venido en busca de conocimiento, no de ninguna clase de disciplinas". Aun así, las autoridades de la escuela respondieron, "No podemos darte conocimiento a menos que seas distinto. De hecho, nosotros no estamos para nada interesados en el conocimiento; lo que nos interesa es la experiencia real. Ningún conocimiento es conocimiento verdadero a menos que haya sido vivido y experimentado. Así que tendrás que pasar por un ayuno de cuarenta días, respirando continuamente de una determinada manera, teniendo una determinada consciencia en determinados momentos".
Luego de cuarenta días de ayunar y respirar, de manera consciente, atenta, a Pitágoras le fue permitida la entrada en la escuela; en Dióspolis Parva. Se dice que entonces Pitágoras exclamó, "No es Pitágoras a quien ustedes están dejando entrar. Soy un hombre nuevo, he renacido. Ustedes estaban en lo correcto y yo equivocado, porque entonces mi punto de vista era meramente intelectual. Mediante esta purificación, mi centro existencial cambió. Antes de este entrenamiento solo podía entender por medio del intelecto; por la cabeza. Ahora puedo sentir. Ahora la verdad no es un concepto para mí, mas es la vida".
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Traducido por J. J. B. Bravo, del artículo original en inglés.
Interesante.
ResponderEliminarSuper interesante. El ayuno no solamente limpia el sistema digestivo, sino que también limpia y regenera la parte más importante que es nuestra mente.
ResponderEliminar"Demasiado interesante"
ResponderEliminarVemos que el ayuno no sólo lo practicó Moisés y Cristo sino que los hombres de Ciencia también
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