que haya salido también de su infierno
arrastrando su propio momento,
sus penas y su maraña de personas,
siempre arrastrándolas,
fuera del fango, de la crapulencia
(pero son ya como globos atados; que no grilletes)
y que igual que él se alce, con solemnidad,
único y distinto entre los hombres,
pues ha conquistado la desolación en la nada
y ha hecho suyo con intimidad el ser
al correr la sangre, tras campaña y campaña,
que a muchos, apenas muchachos,
han tantas veces arrastrado
al frió eterno de las tinieblas sin fin;
a extraviarse entre los destellos
de la alienación?
Como él varios, mas no muchos,
ya han venido y han partido.
Y otros habrá que han de venir, seguro;
pues también los ángeles, convocados,
son movidos a urgir y a hacer milagros.
Pero este, este que es él y no otro,
es, ciertamente, en discurrencia.
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