y la vida en ella, un infierno.
Tú eres lo único que tiene sentido
en este pueril mundo,
Montaña.
Cuando cierro los ojos
y lleno los pulmones,
en el preludio de la lluvia
tu bosque se presenta.
Sé que estas llorando
por mi ausencia irresoluta
y por mi llanto taciturno
devenido en consecuencia.
Aún lejana, madre tierra,
a través de los campos
tu lozano consuelo
alcanza mi corazón.
Son tus lágrimas preciosas,
en la bruma crepuscular,
que acuden en mi auxilio
a sosegar mi añoro.
Es aliento en la espera
de mi retorno inminente
a tus rincones frondosos
en el albor de mi vida.
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