agosto 24, 2023

El sueño de los icacos




El otro día tuve este sueño,
de esos de los que despertar desalienta.
En los que sientes que las cosas se dan
justo como querías que se diesen
y obtienes justo lo que esperabas conseguir.


Este sueño entrañable
―que merece ser más que solo ensueño―
tomó la forma de una pintura de Oga:
sus colores, su candidez, su nostálgica carga
de memorias tempranas.


En él inmerso, mi júbilo era total.
Sentía que lo tenía todo
y que el tiempo no tenía efecto,
entre la suavidad terciopelo de tu piel
y la calidez de tus verdores.


Me sentía como un niño amado
en la plenitud de su breve infancia,
flotando y jugando desprevenido
entre el follaje y el fruto
de tu matorral.


Tanto toma en este poema pospuesto
describir el fulgor de tus colores,
los destellos amarillos por millares,
y el hermosísimo rubor
sobre tu dulce porcelana.


Has estado ausente por tanto tiempo
y por eso tu llegada me abruma en felicidad.
Eres la marca de la vida que deseo:
una existencia simple y profunda
bajo el arrullo de tu sombra.


En algunas noches hay
linternas distantes que me guían hacia ti,
a la suave miel de tu bocado,
a la perfección absoluta
de tu contemplación.


¿Por qué no puedo cantarte
en forma tan simple como te vi,
matorral hermoso y reluciente de verdes
y amarillos explotando en mis pupilas,
cobijando celosamente vuestro fruto que,
aún en su recelo,
sin remordimientos se entregaba
a mi deleite?



¡Icacos luminosos!

¡Icacos púrpura, como gemas!

Icacos que Oga nunca pintó.








agosto 11, 2023

MONTAÑA, 2ª Edición: Mi primer poemario, corregido y aumentado





DESCARGA LA 2ª Ed. de MONTAÑA
HACIENDO CLIC AQUÍ


DESCARGA LA VERSIÓN EN INGLÉS
HACIENDO CLIC AQUÍ






Fotografía base por @heatherbarnes



El paso de tan solo 3 años puede parecer demasiado pronto para publicar una nueva edición de un libro (especialmente de un poemario), pero no soy yo el único responsable de esta decisión...








V
erás... Cada proyecto personal que llevo a cabo y que tiene algo que ver con el arte o la creatividad en alguna medida, intento siempre ejecutarlo a un ritmo natural, es decir, dejo que las cosas acaezcan y devengan a su modo. Una forma más pop de decirlo sería "dejo que las cosas fluyan" —y yo fluyo con ellas a la vez—. Así es como lo hago cuando el producto de mi trabajo es completamente mío y para el cual no hay plazos con los que cumplir. Este modo de proceder me ha brindado los mejores resultados hasta ahora.

Así que para este libro, Montaña, mi preciado poemario, hice exactamente eso, no solo para la primera edición (2020), sino también para esta segunda. ¿Cómo se traduce esa filosofía de "dejar que las cosas fluyan" a los hechos? Por ejemplo: tuve la idea de crear este libro allá por 2019 (creo que fue en junio o julio concretamente cuando se me ocurrió), pero no mucho después se me vino la idea de lanzarlo en Yama No Hi (el 11 de agosto, el Día de la Montaña, solo en Japón) y simplemente tuve que aceptarlo —complacidamente— y hacerlo así, aunque eso supusiera lanzar el libro dentro de poco más de un año. Procedí así no porque me sintiera presionado ni forzado a hacerlo, sino porque simplemente me pareció lo correcto. Me gusta pensar que se trataba del propio libro (es decir, el proyecto) que me hablaba y me decía cómo debía hacer las cosas para con él.

Además, hay que tener en cuenta que la idea se me ocurrió a finales de junio o julio de 2019, y que Yama No Hi era el 11 de agosto, así que solo contaba entonces con unas pocas semanas para armarlo todo, y aún no había hecho absolutamente nada con el proyecto. Tenía que seleccionar los poemas a incluir, tenía que idear un concepto visual, armar el diseño, seleccionar las tipografías a usar, crear algún tipo de introducción y algunas otras cosas que darían forma al producto final. En otras palabras, todo un paquete de componentes además de simplemente los poemas. Sabía que unos 40 días no eran ni remotamente suficientes para hacer todo eso y hacerlo bien, así que quedó claro que lo más inteligente era fijar la fecha de publicación para el año siguiente, a modo de contar con un lapso prudencial para dedicarle a este proyecto el tiempo y el amor necesarios.

Y mucho amor le di, desde luego. Tanto así que, en las pocas veces que he vuelto a mi Montaña desde que lo publiqué, siempre me he sentido deleitado con el resultado. Sí, había un puñado de errores ortográficos y de tipeo que se me escaparon aquí y allá —siendo yo demasiado tonto como para detectarlos a tiempo, y luego demasiado perezoso como para corregirlos prontamente—, pero en cuanto al contenido, era perfecto; seguía siendo intocablemente bello, tal y como sentí que lo era el día de su publicación, todo muy bien diseñado y maquetado. No parecía haber envejecido tan siquiera un poco, y en ningún momento sentí que debería haber hecho las cosas de otra manera, sea añadiendo u omitiendo algo.

El libro fue completado al 100% desde el comienzo y cada detalle era perfecto tal cual. Ningún cambio posterior, ningún arrepentimiento, nada; solo unos cuantos errores mínimos que no afectaban la lectura. Eso es para mi un indicio de que hice las cosas bien desde el principio, y todo fue gracias a que dejé que las cosas se desarrollaran, como he dicho, de forma natural, en parte como yo había planeado hacerlo y en parte como el propio libro quería ser hecho. Me relajé, me lo tomé con calma y escuché.

Y esta es exactamente la misma razón por la que tengo la certeza de que esta reedición tenía que ser llevada a cabo en 2023. No sólo era objetivamente el momento de corregir de una vez por todas los errores del libro, muchos meses después de haberlos detectado, sino que también otras cosas que al principio no tenían nada que ver con el libro convergieron de forma hermosa en un momento en el que todo empezó a parecer que Montaña pedia a gritos ser reeditado. Lo que poco a poco se enraizo en mi vida y luego floreció súbitamente, dándome así señales claras de esa petición tácita que estaba siendo exclamada para que yo la oyese fue, por supuesto, la música del difunto gran Townes Van Zandt.








Desde que supe de Townes, en la primavera del año pasado, se ha convertido en mi músico favorito más reciente. En junio de este año, no paraba de escuchar su segundo álbum de estudio, titulado Our Mother the Mountain, y un día, a mediados de julio, me enganché a una de sus canciónes, My Proud Mountains, y entonces ahí me di cuenta, casi como una epifanía: "Este es el momento adecuado para reeditar mi libro. ¡Ya es tiempo!". Tiempo de revisarlo, corregirlo y (re)publicarlo, no sin antes incluir, por supuesto, algunas letras en homenaje a Townes; algo que, de nuevo, me pareció natural y acertado.

En el nuevo encomio que aparece en la versión en inglés de este poemario (página 73) explico con más detalle esta hermosa conjunción de elementos, que es a la vez un breve relato sobre cómo conocí la música de Townes y un elogio al cantautor tejano, para quien también he escrito un poema, incluido solo en la versión anglosajona. De paso, también me ha parecido oportuno aprovechar la publicación de dicha versión para conmemorar la fundación del estado de Colorado (que tuvo lugar el 1.º de agosto de 1876), y por eso he decidido publicarla en ese fecha, hace 10 días.

Mientras tanto, en esta versión (en español), en lugar de un poema dedicado a Townes encontrarás una traducción original y en rima que he hecho de My Proud Mountains (p. 67), además de un encomio (p. 72) también en torno a Van Zandt, pero con un enfoque distinto al del que aparece en al versión en inglés. Ambos comentarios, lejos de abordar el tema con una terminología complicada y apreciaciones estéticas demasiado formuladas, se dejan leer y bajan suavemente, como cualquier trago de buen whiskey. Así que...


¡A la salud de Townes (en el otro mundo)!





Illustration of Townes Van Zandt by Sara Aiello


agosto 01, 2023

MOUNTAIN, 2nd Edition: my first poetry book, corrected and augmented



DOWNLOAD MOUNTAIN 2nd Ed.
BY CLICKING ON THIS LINK


DOWNLOAD THE SPANISH VERSION
BY CLICKING ON THIS LINK



Base photo by @heatherbarnes


The passing of a mere 3 years might sound like a little too soon for the release of a book's new edition, especially a poetry book. But it is not entirely me who's responsible for this decision...






You see, every personal project I carry out that has anything to do with art or creativity to any extent, I try to accomplish at an organic pace; that is, I let things come to be as they will. A more pop-ish way to say it would be "I let things flow" —and I flow with them in turn—. That is how I do creative things that are all mine and comply with no deadlines, and that's what has provided the best results for me so far.

So for this book, Mountain, my dear collection of poems, I did exactly that, not only for the first edition (2020), but for this one too. For instance, I got the idea of creating this book back in 2019 (I think it was in June or July specifically), but not long after that, the idea of releasing it on Yama No Hi (August 11th) came to me, and I just had to accept it and do it that way, even if it meant releasing the book more than a year away in the future. I proceeded as such not because I was under any pressure to do so, nor I was forcing myself, but because it just felt like the right thing to do. I like to say that this was the book itself (i.e., the project) talking to me and telling me how I should do things.

Besides, consider the fact that the idea came to me in late June or July 2019 and that Yama No Hi was on August 11th, so I only had a few weeks to put everything together, and I had done absolutely nothing with the project yet. I needed to select the poems that were going in it, I had to come up with a visual concept, with the design, font selection, some sort of introduction, and a few other things that would give shape to the final product. In other words, a whole package of components besides the poems themselves, I knew that 40 or so days were nowhere near enough to do all that and do it right, so it became clear that the smart thing to do was to set the release date for the next year, so I would have enough time to give this project enough time and love.

And much love I gave it, alright. So much so that, in the few times that I came back to Mountain since I published it, every single time I found myself delighted with it. Yes, there were a handful of grammar errors and typos in it that slipped away here and there —which I was too dumb not to spot in time and then too lazy to correct them before long—, but when it came to the content, it was perfect; it was still untouchably beautiful, just as I felt it was on the day of its release, all too well designed and laid out. It didn't feel like it aged a bit, and in no instance whatsoever did I feel like I should have done things in a different way, included something that I left out, or excluded something that I put in.

The book came out 100% complete, and every single detail was perfect as it was. No later changes, no regrets, nothing; only minor grammar errors that didn’t affect the act of reading. What that tells me is that I did things well in the first place, and it was all thanks to the fact that I let things unfold, as I said, organically, partially the way I planned to do it and partially the way the book itself wanted to come along. I just relaxed, took it easy, and listened.

And this is exactly the same reason why I have the certainty that this re-edition was meant to be in 2023. Not only was it objectively about time to correct the grammar errors and typos in the book once and for all, many months after I spotted them, but other things that at the beginning had nothing to do with the book converged beautifully and naturally into a point in time where everything started to look like Mountain was claiming loudly to be reworked. The main thing that would gradually let me know that this tacit request was being put out there for me to pick it up was, of course, the music of the late great Townes Van Zandt.






Since I came to know about Townes in the spring of last year, he has become my most recent favorite musician. By June this year, I was constantly listening to his second studio album, called Our Mother the Mountain, and one day, by mid-July, I was quite hooked on his song My Proud Mountains, and it just hit me: "This is the right time to re-edit my book": to revisit, correct it, and (re-)release it, not before including, of course, a little piece of content as a tribute to Townes, which, again, only felt natural and rightful.

I explain this beautiful conjunction of elements in further detail in the book’s new encomium (page 73), which is both a short tale about how I came across Townes’s music, and a praise to the Texan songwriter, for whom I’ve also written a poem, included in this new edition as well. On the way, I also found it appropriate to use this edition’s publication to commemorate the foundation of the state of Colorado (which took place on August 1st, 1876), and that’s why I’ve decided to publish the English version of this 2nd edition of Mountain on such a day.

There's also a Spanish version of this edition of Mountain, just as with the first one. Such a version does not feature mere translations of the poem and the encomium I wrote for Townes. Instead, it includes a translation of My Proud Mountains, and yes, an encomium, but with a different perspective to it, still revolving around the poet. If you wish to read that encomium too but you can't read Spanish, I would recommend you to download the book and use a good online translator (such as deepl.com) to translate the text.




Illustration of Townes Van Zandt by Sara Aiello